5 flores de película
El de las flores es, sin duda, un tipo de lenguaje universal, como pueda serlo la música. Luego, cada cultura posee su propio idioma floral, que los japoneses, grandes expertos en la materia, denominan Hanakotoba. Símbolos de belleza, amor, pasión, las flores también lo son de tristeza, traición, muerte y podredumbre. De Lirios rotos (D.W. Griffith, 1919) a Flores (Jorge Jácome, 2017), el séptimo arte ha tenido siempre en cuenta el potencial visual y simbólico de las flores, que tanto llegan a decir sin necesidad de palabras, y en el artículo de hoy hemos decidido rendir homenaje nuestra 5 flores de película favoritas.
Flores de película: TERCIOPELO AZUL
Cuidadas estampas en ligero contrapicado de rosas rojas y tulipanes amarillos, sobre un trasfondo de vallas primorosamente blancas y cielos inmaculadamente azules… Las primeras escenas de Blue Velvet, de David Lynch, de estudiado cromatismo, dejan claro el mensaje que encierra la película: bajo la ordenada y luminosa superficie se esconde otro mundo, oscuro y febril. Así, de entrada, rosas y tulipanes, animados apenas por una suave brisa, parecen representar la quietud de un mundo apacible bajo el cielo sereno. Pero, ¿qué implica realmente la elección de estas flores y sus respectivos colores?
La rosa, flor sagrada de Occidente, asimilada al corazón, es símbolo de pasión -desbordada, en el caso de las rojas-; de dolor y sacrificio, incluso de martirio (como en el caso de Cristo), y muerte, pero también de redención y resurrección por el amor (símbolo de San Jorge). En cuanto al tulipán, responsable de un frenesí inversor que llevó a un país entero a la quiebra, significa, en su versión amarilla, lo radiante, la alegría que embriaga, desenfreno y locura. Y el amor sin esperanzas. Bajo la apariencia de serenidad y de belleza se esconden terribles secretos. Que se lo digan, si no, a Jeffrey Beaumont, al que el sorprendente hallazgo de una oreja humana precipita al lado oscuro por el que pululan una trágica Dorothy Vallens y un siniestro Frank Booth.
Flores de película: MAGNOLIA
La magnolia, una flor de pétalos blancos y enormes, como lenguas sensuales, y hojas brillantes y duras de color verde, se halla en el corazón mismo de la película homónima de Paul Thomas Anderson. Una historia coral de vidas perdidas, de lazos rotos y desarraigo, de seres atormentados y a la deriva, confrontados a las consecuencias de sus actos y a la necesidad de alcanzar cierta redención personal a través del perdón. Identificadas con el sur, lo solar y la sensualidad (exhalan un intenso perfume), las magnolias encarnan ideas de nobleza, dignidad, perseverancia, lucha contra la adversidad y pureza de intenciones. Pero su decadencia torna marrones y arrugados sus níveos pétalos, simbolizando así brevedad de la vida y su carácter fatal e irreversible.
Flores de película: EL GRAN GATSBY
Basada en la célebre novela de Scott Fitzgerald, narra la historia de un joven de origen humilde empeñado a toda costa en lograr el amor de una alocada niña bien. Si bien son muchas y variadas las flores que aparecen en las diversas versiones cinematográficas de esta historia, la margarita destaca por encima del resto. No por nada el personaje femenino principal se llama Daisy (las margaritas se denominan daisies en inglés; voz derivada de un término del Inglés antiguo que significaba “ojo del día”). Son flores, muy especialmente las de pétalos blancos, conocidas por su aspecto frágil, de belleza sencilla (hasta el punto de resultar insustancial), expresión de pureza e inocencia, y que han dado lugar a un popular suerte de ruleta rusa del amor (el conocido juego de “me quiere, no me quiere” a cuenta de sus pétalos). Pero cuidado, su corazón amarillo también simboliza la corrupción escondida y la traición. Un retrato perfecto de la protagonista, que acabará rompiendo el corazón y los sueños de Gatsby, precipitando su final.
Flores de película: EL LADRÓN DE ORQUÍDEAS
Juzgada la más bella y elegante de las flores, la orquídea es la que cuenta también con mayor variedad de especies (más de 35.000, repartidas en al menos 750 géneros, sin contar miles de híbridos, presentes en todos tipo de ecosistemas, con excepción de las zonas desérticas y marinas). Desde las más populares -al margen de las silvestres-, como la Cattleya o la Phalaenopsis, hasta las más raras y codiciadas, como la orquídea fantasma de Florida, santo Grial del género, que se hizo mundialmente conocida gracias al éxito de la película de Spike Jones. Objeto supremo de deseo, mcguffin que adentra al espectador en el universo pantanoso y febril de las Everglades, símbolo de rareza, fragilidad y pureza, la orquídea fantasma es también una metáfora de los anhelos creativos y cinegéticos de sus protagonistas, desde el inseguro y atribulado guionista Charlie Kaufman (tan incapaz de amar como de terminar un guión; antítesis de su exitoso hermano gemelo Donald) al aventurero buscador de rarezas, John Laroche, pasando por la autora de la novela que da origen a la película, Susan Orlean, empeñados todos ellos en vivir una pasión que les devuelva la fe en sí mismos. El conjunto conforma una maraña de implicaciones e hibridaciones improvisadas, de vidas en suspenso -como las orquídeas epífitas-, de consecuencias inesperadas, en un juego enloquecido de metaficción acerca de los problemas de la creación.
Flores de película: CEREZOS EN FLOR
Si la orquídea fantasma simboliza la fragilidad y lo etéreo, la flor del cerezo es sinónimo de esplendor de la vida (tras la noche invernal) y de su fugacidad. En Japón, el país que sin duda más la venera, un homenaje anual le es brindado (Hanami). Y por las fechas de su fugaz florecimiento, recala en él el protagonista de esta película alemana (Doris Dörrie, 2008), Rudi (ignorante de la grave enfermedad que lo devora por dentro), tras el inesperado fallecimiento de su esposa y la experiencia del rechazo a manos de sus propios hijos. Descubrir lo esencial, el placer de las pequeñas cosas y los pequeños gestos, gozar del momento, del amor y la amistad, aceptar lo irreversible y el azar, prepararse para la muerte es el múltiple mensaje que nos pretende transmitir la cinta de Frau Dörrie, en la que la flor del cerezo y la danza Butoh aportan la sutileza, el encanto y la belleza necesarios para reconciliar al protagonista con él mismo y con su destino.
Estas han sido nuestras 5 flores de película, ¿cuál más os parece que debería figurar en esta lista? Esperamos vuestros comentarios, y si no os conformáis con el cine, si no que queréis empezar a vivir una vida de película, podéis comenzar por enviar flores online o desde nuestras floristerías en Madrid.