¿Cómo crear un ambiente marinero sin caer en el típico tópico de las redes, las caracolas, las estrellas de mar o la arena de playa diseminada por las mesas?
¿Podrían las flores recrear los fondos marinos y traer a la superficie el color de la vida en los arrecifes? Ese era el arriesgado objetivo de Mar de Flores. Quizá una acertada combinación de flores y plantas, colores y texturas , cerámica, cristal, luz y espejos lograrían el objetivo de hacer realidad una alegoría marinera.
La mesa del hall nos transportaba a las idílicas y cinematográficas viviendas de las playas de Long Island.
Rodeando una preciosa jaula con velas, los Delphinium, Hortensias y los tulipanes blancos compartían protagonismo con recipientes de cerámica, candelabros de plata y de cristal, gaviotas y veleros.
El salón del banquete se componía de tres mesas imperiales y de varias redondas. En las mesas imperiales se puso una hilera de espejos que ocupaban toda la longitud de la sección central del tablero. En las mesas redondas se colocaron espejos de la misma forma.
Sobre los espejos, que aportaban su efecto multiplicador de la imagen, jacintos, hortensias y muscaris; tulipanes blancos y la paniculata se distribuían en jarrones de cristal y cerámica…
… para formar un abigarrado camino de mesa, salpicado de aves marinas y de fotoforos de cristal que contenían velas .
El conjunto que formaban todos los elementos en cada mesa era una preciosa alegoría de la vida marina, de la flora y la fauna que pueblan sus fondos y sus costas. Un singular escenario para celebrar una boda marinera.
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Hasta la próxima boda, amigas de la mar florida.